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«Se nos fue de las manos», decía Rouco cuando salía del cónclave.

"La mayoría de obispos españoles fueron educados para ser de palacio" José Manuel Vidal: "Lo que no sea dogma en la Iglesia está en revisión, ya no hay nada innegociable" "Hay un sector muy minoritario que estaría

«La mayoría de obispos españoles fueron educados para ser de palacio»

José Manuel Vidal: «Lo que no sea dogma en la Iglesia está en revisión, ya no hay nada innegociable»

«Hay un sector muy minoritario que estaría encantado con que desapareciese este Pontífice»

Redacción, 18 de junio de 2016 a las 15:27

Los cardenales sí buscaban alguien que pusiera fin a los desmanes que estaban protagonizando los cardenales curiales, sobre todo los italianos. Y yo sabía que ese hombre podía ser perfectamente Bergoglio. Y así fue

Dirige Religión Digital, un medio de información religiosa con más de cinco millones de visitas mensuales y 1,5 millones de usuarios únicos. José Manuel Vidal, quien pronosticó la elección del actual Papa antes del cónclave, pronunció ayer en Gijón, de la mano del Foro Gaspar García Laviana, una conferencia titulada «La iglesia española ante la primavera de Francisco». Lo entrevista Pablo Tuñón en La Nueva España.

-¿Cómo ha tomado la iglesia española el nuevo pontificado?
-Ya llevamos tres años. El Papa ha dado un vuelco total a la institución a nivel global, pero no estoy seguro de que el reloj de la iglesia española esté poniéndose a la misma hora que el del Papa Francisco.

-¿Disiente la iglesia española?
-Entre los obispos hay tres tipos. Una minoría, los del antiguo régimen, más conservadores e identificados con la etapa anterior de involución eclesial y que son muy reticentes. Desde Rouco a Munilla, pasando por Demetrio. Es decir, un grupo no muy grande. Después la gran mayoría creo que están desconcertados con este Papa, que les está pidiendo un cambio de vida. Si el Papa no vive en un palacio, ¿por qué muchos obispos siguen viviendo en palacios?. Pensaban al principio que todo era un chaparrón y todo volvería a su cauce. Y ahora están en otra tesitura, intentando virar y adaptarse a la revolución tranquila que viene de Roma. Y luego hay otro sector que está muy cómodo, pero muy minoritario.

-La mayoría, en el medio.
-Sí, pero les cuesta el cambio. Significarse entre una parte u otra les supone tensión. Fueron educados para ser obispos de palacio y este Papa quiere que sean obispos de calle, que huelan a oveja, se mezclen con los problemas de la gente y estén con los pobres.

-¿Es Francisco un revolucionario?

-Absolutamente, de la misma categoría que Gaspar García Laviana, o grandes profetas y obispos americanos, como Cámara o Romero.

-Usted ha dicho que algunos sectores de la Iglesia incluso desean su muerte. ¿No le parece un poco exagerado?
-Hay gente muy ideologizada, un sector minoritario, el de los «talibanes», que estaría encantado con que desapareciese o le desapareciesen. Pero muy minoritario, dentro de la jerarquía de la Iglesia y dentro de los fieles. Lo que pasa que hacen mucho ruido. Son pocos pero tienen bastantes páginas web, hacen red, crean cuerpo y lo que dicen sale demasiado. Pero es una minoría muy minoritaria. En general, el pueblo de Dios está encantado. Este Papa es un milagro. Podemos presumir de Papa, algo que últimamente era imposible.

 

-Francisco ha hecho manifestaciones novedosas. ¿Pero cree que se atreverá a meter mano a cuestiones doctrinales?

-La doctrina fundamental no se cambia, pero todo lo demás, lo que no sea dogma, está en revisión. Se han terminado los principios innegociables y vamos a una época en la que todo es revisable a través del diálogo, de un proceso de discernimiento y cambio.

-¿Qué cambio ve próximo?
-Francisco no exige a los de más lo que él no hace. Por eso ha habido un cambio en la forma de ejercer el papado, normalizándolo. Hemos pasado del papado imperialista a un papado normalizado. Desde ahí vienen los demás cambios. El fundamental que pide Francisco es la conversión, hacer una iglesia del Evangelio, la Iglesia como la quería Jesús. Y es un cambio en el corazón de las personas y en las estructuras. Las personas es lo que más está costando cambiar, porque hay muchas inercias y a todos nos cuesta cambiar.

-¿Y las estructuras?
-Es lo que él está cambiando en un proceso lento, porque quiere que el cambio sea asumido desde abajo. Está transformando la curia romana, los dicasterios, el Banco Vaticano y empieza a cambiar cuestiones que atañen a lo que era innegociable. Los divorciados, vueltos a casar. Se ha puesto en proceso la mayor presencia de la mujer en la Iglesia y todo lo demás vendrá poco a poco. Sobre todo, el cambio fundamental: la moral sexual, el gran obstáculo para que mucha gente joven se acerque a la Iglesia.

-¿Es un cambio paulatino?
-El tiene muy claro que no puede hacer un cambio brusco porque produciría una ruptura en la Iglesia y además no sería asumido. Los cambios en la Iglesia deben ser asumidos por la mayoría del pueblo de Dios. Cuando la mayoría de los católicos estén de acuerdo -por eso consultó en el sínodo de los obispos por muchos temas-, eso que llamamos el «sensum fidelium» o sentido de los fíeles, se producirá el «vox populi, vox Dei»\ Ahí es cuando él va a ir aplicando los cambios concretos. Pero siempre en un proceso, nunca ordeno y mando. Sabe que el ordeno y mando lleva a cambios no asumidos.

-Usted fue de los pocos que apostó por Bergolgio antes del cónclave, ¿Le vino la inspiración divina?
-Los periodistas no trabajamos con esa fuente, aunque ya me gustaría tenerla. Aposté por Bergoglio porque sabía que había obtenido muy buen resultado en el cónclave en el que salió elegido Benedicto XVI, y sabía que los cardenales peones, los que no son de la curia y no tienen demasiado poder central, estaban buscando un hombre con capacidad de gobierno y carisma. Creo que no esperaban un cambio tan rotundo. «Se nos fue de las manos», decía Rouco cuando salía del cónclave.