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“Con el robo de los niños se ha implicado a Dios en un crimen perverso”

“Con el robo de los niños se ha implicado a Dios en un crimen perverso” Entrevista a Juan José Tamayo Acosta, teólogo y director de cátedra en la Universidad Carlos III TINERFE FUMERO29/05/2018 · ACTUALIZADO 09:15 Invitado a

“Con el robo de los niños se ha implicado a Dios en un crimen perverso”

Entrevista a Juan José Tamayo Acosta, teólogo y director de cátedra en la Universidad Carlos III

Invitado a Tenerife por el Colectivo Sin Identidad a unas jornadas celebradas en la Universidad de La Laguna, DIARIO DE AVISOS no quiso que sus lectores dejasen de conocer las impresiones de este teólogo español doctorado en Salamanca que pasa por ser la cabeza visible de la Teología de la Liberación en España desde hace lustros. Hoy, el también doctor en Filosofía Juan José Tamayo (Plasencia, 1946) sigue con su prolífica obra literaria, ahora con ¿Ha muerto la utopía? ¿Triunfan las distopías?

-¿Ha muerto la utopía?
“Sí, en buena medida. Se ha impuesto la razón pragmática, la instrumental, y no hay perspectivas de futuro. Más bien, creo que lo que ahora predomina es la distopía, que son estos relatos que presentan situaciones dramáticas, un medio ambiente destruido, una situación bélica, el fundamentalismo religioso o la corrupción generalizada. Es decir, que el propio clima, que no es nada esperanzador, es el que contribuye a cultivar un género literario que no es precisamente la utopía, sino la distopía. Ya no se escriben utopías, porque las distopías reflejan la desesperanza ante unos comportamientos carentes de toda ética y sin perspectiva de futuro”.

-¿Han muerto los dioses y aún no ha nacido Jesús, que decía Marguerite Yourcenair en Memorias de Adriano?
“Los dioses no han muerto, se han reencarnado. El dios de las religiones monoteístas, que decía Friedrich Nietzsche que había muerto, en realidad ha sufrido una metamorfosis. Es verdad que se aprecia una ausencia de dios, una carencia de valores, pero entiendo que es falso, que en realidad ahora resurgen las religiones, como resurgen los dioses”.

-¿Qué dioses son esos?
“Estamos viviendo el resurgimiento del dios del mercado, que en realidad es una religión monoteísta, con todos los atributos de los dioses: La omnipotencia, la omnipresencia, la omnisciencia, la providencia y la violencia. Por cierto (sonríe pícaro), todos terminan en ‘cia’, no sé si están vinculados con la organización de los Estados Unidos que controla la vida de todos los seres humanos”.

-Cíteme a otro dios de los que dice que ahora resurgen.
“El dios del patriarcado, que es una de las instituciones más antiguas de la historia de la humanidad, y que ha convertido al varón en dios, y por tanto en absoluto dominador, siendo todos sus comportamientos considerados como morales, por inmorales que en realidad sean”.

-¿No se rebela la ciudadanía contra estos dioses cuando se manifiesta por unas pensiones dignas o cada 8 de marzo?
“La ciudadanía se rebela contra estas metamorfosis de Dios, pero sin embargo los poderes y los sistemas de dominación los mantienen. Hay una guerra, sin duda ninguna, entre la ciudadanía crítica, con esos movimientos feministas, ecologistas o antisistema, frente a la divinización del mercado, del patriarcado y del fundamentalismo, que era el que me faltaba por citarle. Y, sin embargo, estos dioses resisten porque están apoyados por esos sistemas de dominación, que además se vinculan y se refuerzan entre ellos”.

-¿Qué me dice de ese tercer dios, el del fundamentalismo?
“Es el dios del fuego cruzado que da lugar a las guerras de religión. La expresión dios se utiliza para justificar y legitimar las confrontaciones, bélicas incluso. Aquí también se oponen los religiosos de pensamiento crítico, pero de nuevo son los poderes, igualmente religiosos, quienes alimentan a este dios, anunciándolo como vengativo y universal contra los dioses de los demás”.

-¿No están estos tres dioses en el caso de los niños robados?
“Así es. Está el dios del mercado, porque la motivación última de este comportamiento criminal y asesino es convertir la religión en una mercancía. la religión es una experiencia gratuita, mística, no venal, y sin embargo, a través de las operaciones de los niños robados hay congregaciones religiosas que están haciendo un gran negocio. No de objetos materiales, que es lo más grave, sino con personas, encima con las más indefensas. También es una aplicación del patriarcado, porque se impone el control absoluto de los varones, aún cuando sean religiosas las que operan de esa manera, pero que están al servicio de la estructura patriarcal y jerárquica de la Iglesia”.

-¿Cómo valora el papel de la Iglesia en el robo de los niños?
“El robo de niños es un mal radical, una inmoralidad extrema, una conducta perversa y crimen execrable. Porque quienes lo cometen son personas consagradas a Dios y al servicio al prójimo. Personas de quienes la gente se fiaba, y que, abusando de dicha confianza, actuaron contra sus más sagrados compromisos. Y lo que es más grave, con la complicidad de Dios, con la complicidad de quien se convierte en un ladrón o en un cómplice de los robos”.

-Será cómplice involuntario.
“No es que Dios sea un cómplice voluntario, sino que han implicado a Dios en un crimen, convirtiéndolo en un ladrón. Es, como decía Saramago sobre el Antiguo Testamento, en el que se presenta a Dios como un asesino. ¿Y quién va creer en un dios que se presenta como un asesino? La mejor prueba del abandono de las creencias es este tipo de comportamientos, tan perversos y execrables, insisto”.

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