Somos un conjunto de grupos y comunidades cristianas de Tenerife que vienen coordinándose entre sí desde hace años.
Cada grupo o comunidad tiene historias y trayectorias diferentes. Actualmente ubicados en las localidades de Tacoronte, La Laguna, Santa Cruz y Puerto de la Cruz, cada grupo se reúne periódicamente a compartir, alimentar y celebrar su fe, bien en ámbitos domésticos, bien en dependencias parroquiales u otros espacios de gestión común. Entre nosotros hay quienes, además, están vinculados a otros movimientos o grupos eclesiales, a comunidades parroquiales o simplemente asisten a las parroquias donde tienen su residencia; para otros, en fin, estos ámbitos comunitarios son los únicos donde comparten su fe en Jesús.
La mayoría de los componentes procede de una larga tradición de coordinación que, en sus orígenes, se remonta al Achamán, movimiento que, desde 1978 a 1994, se mantuvo como una Coordinadora de Grupos y Movimientos cristianos a nivel interinsular e interdiocesano en las dos Diócesis de las Islas Canarias. El espíritu, en ese momento posconciliar, fue asumir los retos, aun vivos, del Vaticano II: un modo renovado de sentirse iglesia y de vivir la comunión eclesial, y un estilo nuevo de presencia en el mundo, más explícitamente comprometido con la transformación de las estructuras injustas y al lado de los sectores sociales más desvalidos.
Ese mismo espíritu es el que ha llevado a los grupos y comunidades que componen nuestro colectivo a revitalizar y, en su caso, reanudar la coordinación.
Entendemos que en este momento procede una profunda revisión de vida de la iglesia en su conjunto. Los nuevos acontecimientos que se están produciendo en su seno, sobre todo a raíz de la dimisión inesperada del papa Benedicto XVI y la elección de Francisco como obispo de Roma, parecen propicios para retomar lo que fue el espíritu del concilio Vaticano II y proseguir su tarea de aggiornamento: una verdadera revisión de vida en profundidad, a la altura de los tiempos.
Anhelamos una iglesia que se entienda a sí misma en el mundo como parte de él, que se sienta partícipe de sus luchas y esperanzas; una iglesia en salida, atenta al servicio del ser humano y al cuidado del planeta; que proclame, como Jesús, con el lenguaje de los hechos, la Buena Noticia del amor del Padre a los pobres y a los más débiles.