El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. -Europa Press
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. -Europa Press

Dejamos atrás 2022, primera etapa de cambio de liderazgo del PP con Feijóo, que intentó alejarse de la imagen de frustración que estaban ofreciendo con el liderazgo excesivamente «agresivo» de Pablo Casado sobre Pedro Sánchez. Lo intentaron desde el marketing de moderación que vendió en su etapa autonómica, controlando al milímetro toda información que se ofrecía en Galicia. Pero esa estrategia era difícil de sostener a nivel nacional. Pronto salió a la luz el balance de gestión de los últimos 13 años de gobierno autonómico de Feijóo, con suspensos en la mayoría de parámetros, dejando a Galicia como una de las comunidades autónomas con peores datos de despoblación, empleo y crecimiento económico.

Ante esta realidad, dio comienzo la segunda ronda del bloque conservador, marcada por el bipartito PP-Vox en Castilla y León, dejando claro que formarán bipartito allí donde sea necesario, incluso en España. Porque para Feijóo Vox sólo «es ultraderecha ante parámetros europeos», cosa que al «moderado» parece importarle poco.

Inmersos en esta nueva etapa, y con las encuestas en descenso para el PP, la cuestión que le preocupa y ocupa al bloque conservador es difundir odio sobre Pedro Sánchez sin apenas argumentos. Para que la psicología de masas se impregne del mensaje «hay que echar a Sánchez de la Moncloa y punto», sin apenas entrar en argumentos o datos. De hecho, sólo hay que ir a Google y poner en el buscador «hay que echar a Pedro Sánchez», en 0,38 segundos obtendremos 90.100.000 resultados, lo que constata la brutal campaña de desprestigio sobre él.

¿Por qué cada vez vemos más ataques personales hacia Pedro Sánchez e incluso su familia? Será porque el rival político que carece de argumentos o solvencia política sólo puede vencer con ataques personales o imposiciones, incluso contra la Constitución, sin aceptar la mayoría actual parlamentaria de 3/5 que requiere la renovación del Tribunal Constitucional, por ejemplo.

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La estrategia del bloque conservador nunca podrá basarse en datos, porque entonces tendrían que rebatir que somos el país con menor inflación de Europa o que en España hoy tenemos la mayor caída del paro desde hace 15 años, todo ello inmersos en un contexto de crisis socioeconómica sin precedentes, lo cual da un plus de mérito extra al primer Gobierno de coalición dirigido por Pedro Sánchez. ¿Por qué no aplaudir los avances del Gobierno y el espíritu de lucha de la ciudadanía en momentos tan duros? ¿Por qué ciertos sectores fomentan hostilidad para dividir a España en dos?

¿Qué está pasando en nuestro país cuando el mismísimo The New York Times se hace eco de la moderación de la inflación en España en comparación con el resto de Europa, destacando como causa directa el paquete de medidas de 3.000 millones de euros que puso el Gobierno de Sánchez, mientras en nuestro propio país no vemos más que ataques y hostilidad concentrada sobre el presidente? The Economist también puso en valor las medidas del Gobierno de España diciendo que «Sánchez ha manejado esta situación con bastante destreza».

Hoy más que nunca es necesario que la opinión pública se impregne de espíritu crítico basado en los datos y en el conocimiento de la situación, y que se aleje de aquellos mensajes que nos pretenden manipular sin argumento alguno.

La ciudadanía española tendrá que valorar los modelos políticos que se presentan en la actualidad: una política motivada por la frustración y la hostilidad hacia una persona, y un proyecto político con medidas tangibles para la gente que fomenta la autoestima de nuestro país.

No hay mejor definición de inteligencia que la capacidad de un ser humano para adaptarse a las circunstancias, y como tal, un buen Gobierno debe adaptar sus medidas a las circunstancias. Al Gobierno de España nadie podrá negarle nunca que tomó medidas para adaptarse a las circunstancias. Los errores sólo pueden cometerlos quienes actúan, nunca quienes se quedan inmóviles ante una pandemia o ante una crisis. No hay liderazgo sin valentía y este Gobierno está demostrando que la tiene.